La presidenta de la Asociación Sociocultural ASCM, Paula Gárate, con años a la espalda como voluntaria en esta misma ONG, tiene claro que un voluntariado aporta un gran aprendizaje así como sirve para acumular experiencia para aquellas personas que nunca han trabajado.
“Actúa, haz y aprende colaborando con una ONG a favor de cualquier colectivo, así cuando llegues a una entrevista de trabajo no dirás acabé mis estudios, y punto”. Paula Gárate se muestra tajante a la hora de hablar de la importancia de realizar un voluntariado para mejorar tu perfil para el mercado laboral. La empleabilidad, como dicen los expertos. Quizá Gárate lo afirma con esta rotundidad por experiencia propia.
Como ella señala, una persona voluntaria puede dedicarse a buscar financiación para un proyecto de la organización en la que colabora, y más tarde es posible que se vea en la situación de gestionar el proyecto, de organizar situaciones y personas, de planificar… Y todo ello es un aprendizaje enorme que se verá reflejado en la experiencia y personalidad de la persona que haya realizado todos estos procesos.
“El voluntariado aporta un gran valor a todas aquellas personas que aún no se han incorporado al mercado laboral”, comenta Paula. “Así se coge experiencia y se adquieren habilidades como la comunicación, el trabajo en equipo o la capacidad de aprendizaje. Y las más importantes: la flexibilidad y la adaptabilidad”.
Gárate se muestra totalmente convencida de que estas dos competencias son casi imprescindibles en la época actual. “Por ejemplo, si este año no hubieramos sido flexibles, hubiéramos roto. Con la explosión de la pandemia y de los confinamientos, tuvimos que ir adaptando las tareas, los procesos como las videollamadas y el teletrabajo, hasta las actividades con las personas beneficiarias y si no llegamos a ser flexibles, no hubiéramos tirado adelante”.
La adaptación a la pandemia
Como todas las organizaciones, ASCM se encontró con una realidad cambiante a razón de la pandemia. A pesar de tener que cancelar algunas actividades como la natación o la bocha (o boccia, juego similar a la petanca), esta asociación gallega trabajaron por adaptar “a marchas forzadas” todas lo proyectos al formato digital.
Por ejemplo, teatro virtual. “El esfuerzo fue del 200%, ya que no es lo que estamos acostumbrados. Pero somos valientes, no nos dan miedo los nuevos retos”, recalca Paula Gárate.
No quedó otra que creatividad y mucha imaginación.“Llevamos a cabo la obra, grabando las escenas y cada uno aportando lo suyo. Al final, el resultado de todo el trabajo fueron 5 ‘sketchs’ con diferentes temáticas junto con preguntas al aire para que se reflexionara sobre las problemáticas expuestas en las obras”.